viernes, 26 de junio de 2009

"A mis niños de 30 años" y "Los Maklas"



Hubo mucha actividad por parte de la chirigota ese año, ya se empezaba a ver nuestro masoquismo en esto del carnaval y se nos ocurrió que podíamos sacar dos chirigotas, una de ellas, Los maklas, ensayada solo en algún fin de semana, creamos una asociación cultural, y editamos una revista, donde Pino, mi padre y sobre todo Cayetano, (también conocido como Anti), se hartaron de trabajar para que saliera lo mejor posible. Con ella intentábamos acercar la historia del carnaval Ceutí a todo el público, recordando agrupaciones, antiguos carnavaleros, letras…etc., pero viendo lo poco que se agradeció el trabajo realizado fue el primer y último número de la misma.
Hubo pocos cambios respecto al año anterior, pero sin embargo, salieron las cosas mucho mejor en ese concurso del 2000. Paco Pino ya empezaba a destacar como autor, Nini ya había inventado esa “voz finita” y el grupo tenía una ilusión enorme. El tipo elegido para la agrupación “buena” fue el de los personajes de Heidi: Pedro, el abuelo, Clara…etc. y el nombre nos lo dio Juanito “el canijo”, un compañero mío de trabajo. En la “otra” chirigota salimos vestidos de niños transfronterizos, que vienen a España buscando una vida mejor. Hay un dato curioso que quisiera aclarar respecto a ese tipo y a la “coincidencia” con el de otra agrupación ceutí. Una tarde me llama a mi casa Alejandro Catarecha, de la chirigota de los hermanos Pérez, y me comenta que han tenido un problema. Ellos tenían pensado ir de Star wars, pero el tipo les costaba una pasta, (un millón de las antiguas pesetas), y no podían permitírselo, con que me pide que ya que nosotros sacamos dos chirigotas, deje que ellos saquen el tipo de transfronterizos y saquemos solo una. Yo en un principio estoy por la labor de hacerlo, pero tras consultarlo con el grupo decidimos que no, que han sido muchos fines de semana preparando el repertorio para ahora no sacarla y tirar todo el trabajo por la borda. Me dispongo a llamar a Catarecha, pero él me llama antes y me dice que lo van a sacar, sea cual sea nuestra decisión. Esa es la única verdad del caso, aunque alguien diga que nosotros les pisamos el tipo.
Aquel año queríamos hacer un forillo, ya habíamos llevado el año de los pastores, pero no lo hicimos nosotros, robamos uno del almacén municipal. Así que ese año nos pusimos manos a la obra y nos salió de puta madre, creo que el tipo entero quedó de puta madre, todavía se me ponen los vellos de punta cuando recuerdo la reacción de la gente al ver la puesta en escena. Las risas iban de menos a mas…cuando salió Heidi, el abuelo, reventó cuando salió Clara, la tullida, en su silla de ruedas, y explotó cuando salió Ale vestido de Rotelmeyer. Momentos antes de la actuación, Nini le dijo a mi padre que le cortara un poco el bigote, que se le metía en la boca y le molestaba al cantar, mi padre, que siempre se ponía mas nervioso que nosotros, cogió unas tijeras y al dar el primer corte salió un chorro de sangre del labio. Mi padre se descompuso, Nini se puso blanco. Disimulamos como pudimos las manchas de sangre de la barba y el Indio tuvo que cantar con medio labio cortado, Aun así, nos dieron el segundo premio, pero lo mas bonito fue la calle, como a los niños se les iluminaba la cara al vernos, como la gente nos seguía para vernos actuar hasta dos o tres veces en los distintos sitios donde íbamos. Nos inscribimos para concursar en La línea, pero la noche anterior al concurso, cogimos un colocón de muerte y decidimos no viajar y aguantar aquí la resaca. Mientras nosotros dormíamos plácidamente, en La línea se impacientaban porque la agrupación de Ceuta no llegaba. Llamaron al teléfono de Paco Pino para comunicarle que ya nos habían presentado en escena, que teníamos que darnos prisa. No quiero imaginarme la cara de aquel hombre cuando Pino le dijo que estábamos en Ceuta y que no íbamos a aparecer. Nos sancionaron con cinco años sin poder concursar allí.
Ni que decir tiene, que con la “otra” chirigota, “Los maclas”, no nos comimos nada, era de esperar. Aunque tuvo su punto, la verdad es que era muy floja y estaba poco trabajada, pero nos pegamos el gustazo de cantar dos veces y además intercambiarnos en los instrumentos durante la actuación: Marco tocó el bombo en el popurrí y cantó el resto, Pando toco la guitarra en un pasodoble y el bombo en otra pieza, yo salí de caja en la presentación, de bombo en los cuplé, canté los pasodobles, Pino toco la caja en un pasodoble y el bombo en otro…en fin, nos divertimos y encima nos llevamos dos subvenciones. Al llevarnos el segundo premio en la “buena”, pensábamos que en años venideros nos resultaría más fácil estar en el pódium. Nosotros tan ilusos como siempre.

jueves, 18 de junio de 2009

Nos "habemos" vuelto a pasar de fecha



¿Sabéis lo que es un “pestiño”?, pues ésa chirigota fue un pestiño. Un pestiño con pequeños dotes de afinación, pero un pestiño al fin y al cabo. Lo más destacable de aquel año fue sin duda las incorporaciones de Antúnez, Oscar Cubo y sobre todo la de Ale. Después de varios años sentado en el local tragándose ensayos día tras día, llegó el momento en que le pedimos que se uniera al grupo como componente, él no lo dudó y nosotros no nos arrepentimos. La idea del tipo no se ni de quien fue, pero no fue acertada. Quizás otro año si se le hubiera sacado mas provecho, pero ese año falló todo, el repertorio fue flojo, el grupo tampoco estuvo a la altura…Pero recordaré para siempre el pasodoble que le cantamos a mi padre el día del concurso. Lo ensayábamos a escondidas, quedábamos media horita antes de la hora prevista y lo ensayábamos sin que él supiera nada. Uno de nosotros se quedaba en la puerta, y cuando lo veía aparecer por el local cortaba el ensayo. Y así llegamos al 7 colinas, con el pasodoble guardado e impacientes por que llegara el momento, se oyó el tono de la guitarra dando el tono, sonaron los pitos y yo miraba de reojo esperando su reacción, que no fue otra que poner cara de extrañado al principio, como quien dice: ¿“que coño están cantando”?, para después, conforme se iba dando cuenta de lo que habíamos hecho, secarse las lagrimitas. En ese momento si que hice lo que no pude hacer en el teatro Falla unos años antes, abrazarle y darle las gracias por haberme echo carnavalero. Aunque nos supo a gloria el tercer premio al popurrí que nos dieron en el concurso, el carnaval se nos amargó enseguida. Poco después del concurso, Nini tuvo que marcharse a Madrid, su padre estaba enfermo, y moriría días después. Un palo para una chirigota que poco a poco se iba convirtiendo en una pequeña familia.

viernes, 12 de junio de 2009

Los "pasaos" de fecha

Lo intentamos por todos los medios el año anterior. La chirigota tuvo esperanzas de salir hasta pasado diciembre, pero cada día era uno más el que se bajaba del carro y el que entraba era peor que el que se iba. La puntilla la pusieron los dos guitarras: Quintilli y el Chaqueta, que se comprometieron con Pepe Pozo pocos meses antes del concurso y nos dejaron en cuadro sin posibilidad de seguir adelante. Nos disfrazamos para la calle y poco mas…por suerte para el año 1998 Javi Chaqueta y Artiel “el caballo” volvieron al grupo. Yo ya tenía muchas ideas para ese año, el tipo lo tenía decidido, sería de pastorcitos. Yo solía ir a los concursos de villancicos y siempre me había hecho mucha gracia los coros infantiles que siempre iban vestidos de pastores y se me ocurrió que podíamos representar a esos niños con la empanada que les caracteriza. De ese modo empezamos pronto a buscar gente para la que sería la primera chirigota en la categoría de adultos de Pepe Romero. Me encontré por la calle con Juanjo “el Gitano” y le propuse unirse al grupo, donde nos faltaban 4 o 5 para completarlo, me dijo que sí y por la tarde me llamó comunicándome que ya tenía a los que faltaban: Verdura, Raúl Villalta y Fernando serrano. También fichamos a David “el Huelva” que hacía la mili conmigo, pero se fue a los pocos días con la comparsa de Baglietto “oráculo”, y a Manolo, de Prado de Rey, que estudiaba magisterio con Pino, pero que se fue también a los pocos días porque no les cayó muy bien alguna de las nuevas incorporaciones. La música del pasodoble la hicimos el Chaqueta y yo en su casa una tarde, se la cantamos a mi padre y le gustó bastante, por lo que empezamos a ensayar con muchas ganas y aquello sonaba sorprendentemente bien. Los meses pasaban y ya se veía el poco feeling entre los que estaban y los nuevos, menos mal que mi padre supo mantener a cada uno en su sitio para que no se le fuera de las manos. Marco y Nini se fueron a Almería, a la legión y venían solo los fines de semana, aun así, el grupo era muy compacto en cuanto a voces y las cosas iban saliendo, hasta que al grupo de “los nuevos” se le ocurrió cambiar el tipo. Querían un hibrido entre lo que yo tenía pensado, (supongo que para contentarme a mi y no tirar mi idea), y de okupas, lo que resultaba ir de pastores okupas. Una “brillante” idea sin duda. Al final no se cambió nada, pero el ambiente se enrareció aun más después de aquello, cosa que influyó bastante en los últimos meses de ensayo. Lo que comenzó con unos pasodobles y unos cuplés que ilusionaban a todo el grupo, acabó con un popurrí, fuera de tono, mal engarzado y que no nos hacía sentirnos cómodos cantándolo. Aun así tuvimos opciones de premio durante las dos actuaciones que hicimos en el concurso, pero la “cagamos” en el popurrí y al final no pudo ser. Pero sacamos muchas cosas positivas de aquel año, primero, que el grupo en su primer año en adultos estuvo a la altura de las demás y segundo que en aquel grupo había tres autores en potencia: Fernando Serrano, Juanjo Coronado (que optó por usar su pluma en otros menesteres y sin duda le ha ido mejor que a nosotros), y yo. Ni que decir tiene que ya en la calle se olía la ruptura del grupo, lo que tampoco supuso un trauma para nosotros, simplemente ellos tenían otras ideas, otro punto de vista, con que cada uno tiró por su lado y tan amigos. O’donnell es una filosofía, un estilo de vida, y simplemente hay gente que no encaja.

martes, 9 de junio de 2009

Mas vale reir que llorar


Este año 1996 se empieza a escribir una nueva historia. Después de dos años en blanco mi padre decide volver, tenía ganas. El gusanillo le daba las mismas vueltas que a mi en el estomago y me manda a buscar gente para una nueva chirigota juvenil. Volveríamos a contar con la letra de Juan Rivero, que compartiría la autoría conmigo, la música la haría Rafael Torrejón “el caramelo”, y aprovechando que Pepe “el gafas” volvía a estar por Ceuta trabajando, lo avisa para que eche una mano en la afinación del grupo. Yo aviso a gente del barrio y amigos que sabía que cumplirían en los ensayos y que además tocaban instrumentos, que era una de las cosas más importantes para empezar. Llamo a Javi “chaqueta”, Francis “el quintilli”, y a Javi Pajares, a los pocos días se incorpora Artiel “el caballo”, y empezamos a ensayar con lo que había. Un pasodoble que mandó Juan, y varias cuartetas que tenía yo para el tipo que queríamos lucir aquel año, de príncipes. El ensayo era lo más aburrido del mundo, con solo cinco tíos todos los días viéndonos las caras y dándole una y otra vez a lo mismo. Pero un día mi padre nos dio la sorpresa: “mañana van a venir seis chavales mas”. Mi padre habló con Paco Sánchez “el de la tienda”, y este con Javier Chellaram, que mandó a su hermano “Nini” y a cinco amigos suyos, aficionados a la fiesta. Los cinco que ya estábamos preparamos una novatada para el primer día de estos, queríamos hacerles una especie de casting, más que nada para reírnos, puesto que aunque lo hicieran fatal se quedarían, ellos eran la única esperanza para que saliera el grupo. Nos pasamos toda la tarde en la escalera, impacientes por ver las caras de los nuevos componentes y por fin veo llegar a Juanjo Coronado, que aunque pasa de largo, supe al momento que era uno de ellos. Llegaron todos juntos, como intentando protegerse los unos a los otros y pasar juntos el mal trago. Así llegaron por primera vez a la chirigota de O´Donnell, gente como Marco, Nini, Manuel Jesús y como no, Paco Pino. Ni que decir tiene que al final no fuimos capaces de hacerles la prueba que teníamos preparada ya que estábamos nosotros tan cortados como ellos. Con el paso de los días se fueron integrando en el grupo y aquello iba tomando forma. Pino aprendió a tocar el bombo, Javi Pajares cogió la caja y Juan nos cambió el tipo que teníamos pensado, porque el de príncipes ya había salido y eligió uno muy “original”, de payasos… que no había salido nunca. Nos inscribimos en el concurso de Cádiz en la categoría de juveniles, convirtiéndonos de ese modo en la primera chirigota ceutí en cantar en el Gran Teatro Falla. Nos tocó cantar el día 8 de febrero en último lugar y la experiencia no fue como yo lo había soñado. El viaje a Cádiz lo recordaré toda mi vida, vivimos momentos muy especiales en aquel autobús que nos llevaba a la tacita. Llegamos al teatro acompañados por Ramón de la Rosa y Juan Rivero al entrar por la puerta de camerinos pudimos ver a gente como Felipe II del cuarteto de Rota, Villanego, o a Esther Arroyo, pregonera de aquel año. Nosotros disfrutábamos de cada segundo esperando el momento de pisar las tablas de la “catedral del carnaval”, mi padre mostraba los nervios mucho mas que nosotros, faltaba poco para que nos tocara y el maquillaje era el mojón mas gordo que he visto nunca. El maquillador que contratamos nos estaba esperando en una puerta y mi padre lo esperaba en otra…así que tuvimos que empezar a maquillarnos nosotros mismos, hasta que encontramos a ese hombre, que al vernos se horrorizó y tuvimos que borrar nuestras caras para que él pudiera arreglar aquella porquería.

Esta foto fué tomada antes de que llegara el maquillador

Llegó el momento. Miguel Ángel Fuertes abría las cortinas del Falla. Cuántas veces había soñado con ese momento, yo soñaba pisar esas tablas desde hacía años, soñaba con cantar en ese teatro y salir de allí llorando de alegría, abrazarme a mi padre y darle las gracias por haberme hecho carnavalero. Pero no fue así, lloré de pena, no me abracé a mi padre, ni le di las gracias por nada. Mi sueño se convirtió en una pesadilla que volvería a repetirse con el tiempo. En el concurso de Ceuta fuimos bien recibidos. Nuestros paisanos estaban con nosotros para hacernos olvidar ese mal trago, todos menos uno, el concejal de festejos. Antonio Bastida, se empeñó en que nos dieran el segundo premio y dejaran desierto el primero, cosa a la que se negó el jurado de aquel año, entre los que se encontraba Jesús Ayala, que fue quien me contó el suceso. No es que la chirigota fuera la mejor del mundo, pero esa decisión podía haber terminado de hundir la moral de unos niños, (únicos supervivientes de la cantera del carnaval Ceutí), que solo intentaban hacerlo lo mejor posible en esa fiesta que tanto amaban. En fin, después de todo esto, habrá que volver a usar la frase que dio nombre a la chirigota para terminar este capitulo…Mas vale reír que llorar. ¿Qué remedio nos queda?

martes, 2 de junio de 2009

Qué chirigota mas güena

Curiosamente para ese carnaval quería “independizarme” y comencé a ensayar con la comparsa “Emigrando” de Emi Espinosa. Pero bastó que mi padre pasara olímpicamente de mí, y empezara a ensayar con los demás por su cuenta, para que yo me comiera por dentro y volviera a mi grupo de toda la vida. Hubo una remodelación profunda en el grupo, las niñas, siempre más difíciles en estas edades, empezaban a desinteresarse por esto de las chirigotas, por lo que mi padre empezó a buscar solo a chicos para ese año. El verdura fue el sacrificado ese año ante la imposibilidad de encontrar a alguien que tocara el bombo, Oscar Robles pasó a tocar la caja, e incorporamos entre otros a Juanjo “el Gitano”, a Santi Pecino (hijo), integrante de la chirigota de los hermanos Pérez, o a Javi Pajares. He de decir que fue uno de mis mejores años en la categoría de infantiles, lo pasamos verdaderamente bien durante todo el año. Yo ya empezaba a llevar “galones” y mi padre me dejaba que hiciera un poquito las cosas a mi gusto, incluso algunas de mis letras ya fueron a concurso. Volvimos a competir contra alguien, una chirigota que sacó el Viru, bastante simpática, con los que nos llevábamos verdaderamente bien. Si no recuerdo mal el nombre era “Pequeñitos pero matones” y recuerdo de ellos el pasodoble, con una música sencillamente preciosa. El tipo para ese año fue el de angelitos, y volvimos a conseguir el primer premio de chirigotas. A decir verdad, cantábamos tan mal como el año anterior, pero el desparpajo y la caradura que mostramos ese año, rompió la balanza a nuestro favor en los premios. Desgraciadamente, tanto el público como las agrupaciones adultas seguían pasando olímpicamente del carnaval infantil, y mi padre cansado de tantos desplantes hacia su trabajo, se rindió. Decidió que esa sería la última chirigota de Pepe Romero en un concurso de carnaval.