En el cuartito donde ensayamos hay una esquinita junto a la ventana. Allí es donde se sentaba Jesús con su guitarra, donde calentaba sus manos que traía heladas de la moto. Necesitaba unos minutos de toque para entrar en calor, pero antes se encendia un cigarro y abría una lata de cerveza. Reposaba el cigarro entre las cuerdas, al final del mástil, y tocaba. Tocaba hasta que nos decía con voz ronca: "vamo a darle carajo".
Acariciaba con celo a su guitarra como si de una novia se tratase. La tocaba, la miraba, la mimaba. Y sacaba de sus cuerdas el jugo hecho musica que le daba vida al grupo.
Hoy el carnaval llora su perdida, y yo me pregunto: ¿lloraran las guitarras?. Él me contestaría con una frase concisa: "¿QUE DISE POLLA?"